Danza en espacios es un ciclo trashumante, de carácter experimental, autogestivo. Está ideado, organizado y afrontado por tres bailarinas de diferentes procedencias, que hasta el momento no reciben ningún apoyo administrativo institucional. Es decir: nada extraño en un medio escénico que, de tan atiborrado de reglas para el éxito, deja pocas alternativas para quienes desean crear, mostrar, compartir y desautorizar las pautas dadas como válidas para políticas y gestiones culturales un tanto empaquetadas.
"Danza en Espacios surge de una profunda necesidad de crear desde una mirada un poco más abierta, y con la libertad de pensar que el valor está en el proceso de investigación y de creación; que la obra es una instancia más, no es la meta final. Hoy en día es difícil que este tipo de proyectos sean apoyados institucionalmente, entonces uno decide gestionarlos y hacerlos pese a todo. Lentamente se va armando una red y una manera de producir casi sin dinero, tratando de que esa circunstancia no atente contra la calidad del ciclo", nos cuenta Quio Binetti, quien ha sido el alma convocante envalentonada por lo bien que le ha ido a otro pequeño evento que organiza (Ciclo Noches de Butoh). Binetti agrega: "El espacio de la danza 'experimental' hoy en día es un lugar muy chiquito, recortado de la escena."
Ruth Pezet, miembro del equipo, quiere ser más explícita y confiesa: "...entre algunas cosas que me dan ganas de que sucedan, está que las cosas exploten, de forma espontánea, sin tanto juicio, sin tanta inteligencia políticamente correcta, con más amor y menos ‘cara de poster'. Yo, que no vengo directamente de la danza, siento que mi trabajo está en un camino, una línea poco definida, pero contundente para mí. Me autodefino experimental. Esto significa búsqueda, prueba, error, volver a intentar, ponerme en jaque, convocar gente con quien me interese trabajar: músicos, artistas plásticos, iluminadores, amigos, gente que tenga ganas de sumarse a la experiencia y compartir ese espacio-tiempo escénico para dialogar. Pero todo esto pareciera poco serio en algunos contextos más técnicos, formales o institucionales".
Siguiendo con la imagen de un espacio recortado que aportaba Quio, el ciclo responde a esa misma imagen de un espacio dentro de otro, una metáfora altamente descriptiva.
Nos amplía: "La primera idea fue trabajar en espacios reducidos. Estos últimos tiempos he visto varias obras que trabajaban un espacio limitado dentro del espacio escénico. Una especie de recorte poético. Esta idea me interesa: crear un espacio dentro de otro espacio. Al mismo tiempo, los que probamos estas fórmulas y estrategias diversas, debemos hacer un gran esfuerzo para llegar al público, para generar una movida. Nuevamente tratamos de crear un espacio dentro de otro espacio, apoyándonos de manera conjunta entre creadores. A la hora de presentar este tipo de propuestas, son sólo algunos lugares concretos los que abren generosamente sus puertas como Experiencias en Escena, en el Centro Cultural Borges y el Centro Cultural Sábato, que confían y posibilitan este tipo de ciclos. Paralelamente, la idea de trascender la escena porteña tiene el objetivo de seguir ampliando los espacios, de seguir abriendo el juego. Queremos plantear las problemáticas estéticas y de gestión que estamos pensando aquí en Capital Federal, en otros lugares del país donde podamos enriquecernos mutuamente".
Otra de las integrantes del equipo, Valeria Martínez, habla concretamente sobre el proyecto y de lo que es capaz de generar: "Éste es un proyecto que recién comienza y hay mucho camino por andar, pero para mí tiene el atractivo particular de ser una investigación profunda, al mismo tiempo que una posibilidad de hacer, producir, comunicar y compartir esto que vamos descubriendo en el andar. Como dos tiempos paralelos. Hemos leído mucho, intercambiado mucho... Actualmente integramos el grupo: Quío Binetti, Ruth Pezet, Alina Folini, Analía Rodríguez (de Rosario, donde nos iremos en breve), Nidia Martínez Barbieri (de La Plata, también dentro del itinerario), Gisel Gainsborg, Nuria Schneller y yo. Pero hay también otras personas colaborando muy de cerca como: José Binetti (música y asistencia técnica), Yanina García (diseño) y Christian Gadea (iluminación), además de varios artistas invitados: Fernando Kabusacki (música), Ignatz b (música), Paula Picciani (fotografía), Natalia Palau (fotografía), Juan Tobal (música), Alejandro Goldberg (música), Ailaviu (iluminación), Daniel Callejas Leiva (música), Rubén Condorí (música), Belén Lalla (danza), Lucas Maíz (danza), Ingrid Dabrescia (danza) y Joaquín Hidalgo (fotografía)."
La convocatoria fue, también, un tanto extraña para el medio: bastante intuitiva, entre amigos, gente que a los integrantes de este proyecto les interesa, o que habían conocido en otros eventos, o visto bailar, además de fotógrafos, músicos, etc. Les importó, en todo caso, que las personas invitadas estuvieran abiertas a la improvisación, al compromiso de investigar acerca de un tema puntual y que pudieran adaptarse a los diferentes espacios e ideas que fueran apareciendo. Así, la diversidad de lo que se muestra en cada encuentro está asegurada. Danza en esacios no escatima en calidad: los trabajos son realmente atractivos desde todo punto de vista.
Ruth sigue con sus reflexiones en voz alta: "Me he preguntado si quiero seguir mostrando cosas en este contexto de la escena porteña, me refiero, por ejemplo, a lo difícil que se vuelve que la gente te vaya a ver... Entiendo que la variedad de obras que existen es abrumadora, sumado a que una entrada cuesta mucho para el bolsillo común (yo no puedo ir todos los fines de semana a ver cosas, y entiendo que a muchos les pasa lo mismo), y sin embargo, con la cantidad de estudiantes, bailarines, actores, músicos, pintores, etc. que hay en la capital ¿no hay público? No sé... Me resulta por lo menos extraño. Siento que son siempre los mismos nombres a quienes se va a ver, quienes reciben ayuda, quienes tienen prensa... ¡Qué se yo!... No quiero quejarme porque creo que esa energía no ayuda. Por eso acá estamos, tratando de generar algo en lo que hoy me apoyo para seguir adelante. Creo que se pierde de vista lo importante que es consumir arte y ver de todo, no sólo lo que estoy segura de que me gustará, porque siempre es enriquecedor. Uno se lleva siempre algo de lo que los otros producen. Entonces me pregunto, muchas veces, si tengo ganas de mostrar en este marco, y me resulta un poco violento, sumado a que las salas te cobran un montón, también las salas de ensayo te cobran un montón. Para difundir también tenés que invertir un montón. ¡Nooo!, ¡Así no!¡Solo no se puede! Juntos hacemos fuerza, juntos pero distintos, juntos vos con tu universo increíble y yo con mis cosas. Así me dan ganas de seguir adelante. Con este ciclo me pasó que el haber conocido otras formas de trabajar, de moverse, otras miradas, compartir esa energía diversa me dio mucha alegría, me renovó en lo personal y en lo profesional. Vengo del interior (de Olavarría) y sé lo que es que no pase nada, pero nada. Así que cuando sucede se agradece. También es difícil, porque allí la gente tiene mucho más prejuicio, el espectador es bastante ‘telemaníaco'. Por eso creo que hay que ir, hay que poder generar el brote".