Pablo Shilton desarrolla desde 1998, cuando estrenó su versión de Antígona, una serie de espectáculos donde la experimentación pasa por los lenguajes multimedia y el tratamiento audiovisual.
 
En su segundo espectáculo, El huésped (2000), escrito con la psiquiatra Graciela Rodríguez,  éste actor, dramaturgo y director teatral, apuntó a la búsqueda de la unión de lo actoral y del arte electrónico a partir una experiencia y visión psicoanalítica.
 
Para Tecno Escena 05 se prepara El Aprendiz, realizada por la misma dupla, donde se retoma la idea de un shock traumático inspirado en un caso real. Se trata de un paciente que recurre a la terapia para solucionar su angustia. El método utilizado es la terapia EMDR que significa desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, creada por la psiquiatra estadounidense Francin Shapiro. De esta manera el paciente comienza a reconstruir su pasado y se da cuenta que había sido un montonero perseguido en los 70’, logrando preservar su vida en el exilio. El Aprendiz sucede en la cabeza de un hombre, mezclándose todos lo tiempos y las voces con imágenes que dibujan laberintos. Todos los personajes son el mismo personaje fragmentado, donde se puede encontrar al más primitivo y emocional hasta el más cibernético o racional que navega en operaciones matemáticas.
 
Este espectáculo se caracteriza por el uso de sonido cuadráfonico generado por  computadoras operadas en vivo, que procesando la respiración y sonidos corporales de los actores los fragmentan, multiplicando o reduciendo el texto. Se produce una sensación que envuelve al espectador como si se estuviera en la mente del protagonista. La imágen digital proyectada amplifica el clima de tránsito por la mente del aprendiz.
 
- ¿Cuál es tu búsqueda en relación a lo tecnológico?
Pablo Shilton.: La tecnología es un campo a investigar, no me interesa solamente como un adorno o una amplificación de lo que estoy viendo sino como un recurso estético que puede intervenir, ayudar y modificar la expresión en el actor.
La obra tiene una visión crítica de la cuestión tecnológica, investigando un poco sobre este tema llegué a algo que me interesó realmente que son los sistemas filosóficos. Me llamó la atención el tema del cuerpo y la tecnología. En líneas generales lo que pude observar es que existe en todo esto de la cuestión tecnológica un fachismo muy grande. Entre los que tienen este discurso más extremo se encuentra Hans Moravec, un teórico de la inteligencia artificial que propone la tecnología como un salto evolutivo que nos permitirá dejar atrás a nuestro cuerpo humano, que ya es obsoleto y torpe y que no tendríamos que sentir pena que así sea. De la misma manera que no sentimos pena que hayan desaparecido los tiranosaurios. Así mismo, pregoniza que la tierra será una gran favela habitada de cuerpos en busca de algo de comida y nada más. Esto último me parece peligroso e infantil.
El espectáculo es crítico respecto a estas cuestiones abominables. Está todo bien que yo pueda estar comunicado con todo el mundo pero creo que hay que darle prioridad a nuestra mente ya que es mucho más fuerte e imaginativa, como así también nuestros cinco sentidos. Hay dimensiones del ser humano como el lenguaje telepático que puede ser pensado a la misma altura en el sentido de “avance de la ciencia” que el microchip.
 
- ¿Cuáles son tus referentes?
P.S.: Me resulta interesante la investigación que viene haciendo Terence Mckenna, es un etnobotánico americano que viene investigando sobre estados de conciencia producidos por las plantas y desarrolla toda una teoría en base a eso y su vinculación con las culturas chamánicas, viene trabajando desde hace tiempo con Rupert Shaldreake que es un biólogo que estudia los campos mórficos  y Ralph Abraham que es un matemático que estudia y desarrolla los fractales y la teoría del caos. Son muy conocidos sus encuentros que se los llama Triálogos en la margen de occidente, y los tres son muy respetados por la comunidad científica.
Esto de los chamanes no es nuevo sino que viene de los hippies de los 70’ ya que muchos vieron que en la tecnología podían encontrar algo similar a los viajes alucinógenos producidos por el consumo de hongos. Creo que en los 90’ nos quedamos con la cáscara de toda esta historia.
 
- ¿Entonces, hacia dónde vamos?
P.S.: Lamentablemente nos manejamos como monos: si a un mono lo ponés a manejar una nave espacial, no va a saber de que se trata. Esto no quiere decir que el cuerpo humano esté mal, todo lo contrario está en evolución, pero creo que lo más interesante de nuestra vida escapa a los cinco sentidos. Es verdad que estamos “encarcelados” en esta carne pero eso es lo de menos, porque desde Einstein (aunque ya lo venían diciendo los místicos desde Buda), que la energía es materia y la materia es energía, no son dos cosas diferentes o separadas. ¿Qué significa esto? Son diferentes graduaciones de una misma cosa no es otra cosa distinta. Estamos yendo a una velocidad alta hacia ningún lado. El tiempo se ha acortado, ha cambiado la concepción misma del tiempo, tenemos que saber que el tiempo es conceptual, el tiempo no existe más allá del observador.
 
- ¿Por eso te interesó trabajar en la obra esta estructura donde el tiempo se pierde en el espacio de la mente?
P.S.: Si, claro. Lo otro que me proporciona la tecnología es escaparle a la “realidad”. Estoy harto de la “realidad”, de las biografías de vida en teatro, donde la vida es la representación de algo, una ilusión. Volver a hacer la representación de la representación simplemente me produce hastío. Algunos programas de televisión lo hacen muy bien. Hay que quebrar el paradigma realista. Yo propongo ir al máximo del artificio sino el teatro pasa a ser un arte menor y eso mismo fué siempre el gran horror de los intelectuales. Al teatro le decían el esclavo de la literatura y la expresión se murió.
 
Klauz Segretin (dirección de arte y multimedia del espectáculo)
- ¿Técnicamente cómo elaboraron el espectáculo?
Es una conjunción de sonido y video en vivo de manera constante. El actor tiene la libertad de que determinados movimientos que ellos hagan van a sonar o se van a ver en imágenes. Hay una estructura conceptual pero el guión varía notablemente porque se opera en vivo.
- ¿Sobre qué programas trabajás y como planteás la parte técnica?
La parte de sonido la programé yo mismo y es como un piano que genera el teclado con diferentes sonidos que pueden salir individualmente o conjuntamente. Es una especie de sampler pero en una computadora. El video es un poco más complejo, se manejan imágenes 3D, fotos, videos, texturas animadas, efectos.
  
Pablo Luparello (Diseño sonoro de voces y efectos)
- ¿Y en tu caso, cómo lo elaboraste técnicamente?
La idea madre es que el espectador se sienta adentro de lo que está sucediendo en la escena. En principio, con las voces se trata de crear una atmósfera para sentir que estás adentro de algo y para eso usamos una consola digital donde se procesan todas las voces, para proponer un ámbito íntimo. Después, con cada micrófono de los actores se empiezan a diseñar o a terminar de definir alguna línea de trabajo de cada personaje, con la ecualización se crea algún efecto por dar un ejemplo.
Trabajo en base a secuencias y configuraciones que la máquina va guardando. Para cada bloque diseñamos entre todos una secuencia que se va disparando a pie de texto y a pie de la interpretación. Pero no es una obra de teatro de micrófono y pista. No es un espectáculo que apunta a que se escuche mejor al actor sino por el contrario intenta captar lo que le sucede al actor, la idea es conseguir determinado perfil de los personajes a partir del recurso tecnológico audiovisual.
El sistema cuadrafónico reparte el sonido de determinada manera para que puedan aparecer de atrás o de adelante, refuerza una sensación. Hacia el final de la obra mi voluntad es más agresiva, la idea es crear un caos y dejar esas frases grabadas. En lugar de incluirnos, que se nos venga encima el sonido y generar un clima invasivo en el espectador.
 
Diego Rodríguez, actor. Protagonista.
- ¿Qué sería un teatro tecnológico?
Creo que en primer orden está el teatro y después está la tecnología que empieza a jugar, según la concepción del director, lo que va a hacer el efecto espectacular del asunto. En un comienzo, como actor, uno se encuentra con las mismas cuestiones que en cualquier obra de teatro: aprender la letra, enganchar los ritmos de los personajes, poder darle una estructura corporal que lo contenga, etc.  Pero este trabajo tiene una particularidad ya que es muy coral, entonces de las entradas y las salidas depende el efecto del espectáculo. Es a diferencia de otras obras, un trabajo en equipo muy importante.
No sé bien qué sería un teatro tecnológico, es mi primera obra en ese sentido, pero creo comprender que es un teatro intervenido fuertemente por la tecnología, partiendo ya de la base que en la amplificación de las voces hay algo de lo teatral que se modifica. Si a eso le agregamos que esa intervención modifica lo que uno puede emitir desde el escenario, más la imagen, más la computadora, eso es teatro tecnológico.
El teatro griego también estaba muy intervenido por una tecnología del momento. El teatro es una codificación, la podés hacer con máscaras amplificadoras como en aquél momento, con micrófonos como lo hacemos nosotros o sin nada. Los mimos hacen teatro y se pintan la cara, nosotros utilizamos micrófonos. Siempre sigue siendo teatro.
No olvidemos que el teatro por ser un híbrido es un arte polémico por excelencia. Siempre vas a tener a alguien diciendo que eso es teatro y que esto otro no es teatro. El teatro no deja de ser un espacio donde hay gente que se para ahí para decir: esto es teatro. La polémica puede resultar interesante mientras se establezcan las bases de reflexión apropiadas.