Domingo, 04 de Enero de 2015
Sábado, 28 de Junio de 2008

Entre la música y la luz

El término "elemental" conlleva acepciones contradictorias. ¿Cuál de los sentidos está puesto en juego en el título de la obra? ¿Fundamental, primordial? ¿Básico, rudimentario? ¿Simple, evidente, sencillo?

Así como el término remite a universos diferentes, se podría plantear que el espectáculo plantea una instancia de recorridos posibles: un pasar de lo rudimentario, de lo primitivo a lo fundamental. El pasaje de la materia inerte a la música.
El espectáculo puede pensarse como un trayecto en el que los objetos de los cuales se parte son simples o sencillos (bidones de plástico, latas, botellas de vidrio, cacerolas). Muchos de ellos tienen la impronta del descarte, son elementos actualmente inútiles, vacíos, desechables. Pero los objetos guardan el recuerdo de su pasado, conservan su forma primitiva. En el bidón de plástico está la memoria de su uso y en el espectador está, imborrable, el objeto.
El elemento en cuestión es reconocible pero pierde su función original; se resignifica pero no sólo cambia su rol en el mundo (de portar líquido a ser instrumento de percusión, por ejemplo), sino que en su aspecto también se produce alguna transformación: el bidón, además de ser lo que siempre fue, y de ser instrumento musical, también es fuente de luz.
En general, el comienzo de cada canción nos presenta el sonido desligado de su fuente ante los ojos del espectador, a partir de recursos variados: la ausencia de luz, los músicos de espaldas, una luz que mutila la imagen, que la deforma, que la confunde.
De a poco, se revela el misterio. El objeto que produce el sonido es, en primer lugar, percibido y en algunos casos, la identificación se produce después. De la silueta al detalle.
La aparición de una guitarra en primer plano es absolutamente significativa. Está rota: instrumento de cuerdas que deviene instrumento de percusión.
El otro instrumento que se pone en juego es el cuerpo. Y de manera doble. Por un lado, a partir de la voz ya que, a diferencia de lo que ocurre en algunos espectáculos con objetos no tradicionales para producir música, la voz aquí ocupa un lugar absolutamente central. Por otro lado, el cuerpo también es superficie a percutir y suena diferente la mano sobre la ropa que sobre la piel.
Elemental es un espectáculo que insiste en experimentar en relación con lo musical, pero también ensaya, y de manera brillante, con la luz. Así como se pregunta sobre cómo se escucha un objeto sobre otro, una mano sobre un objeto, un desplazamiento sobre el piso, también se pregunta cómo se ven y prueban, variada e insistentemente, las diversas posibilidades de la luz. El planteo no pasa por trabajar cómo iluminar, es decir, cómo hacer que la luz muestre, sino por el contrario, observar cómo cierta luz permite esconder, transformar, devenir en un elemento poético que inscribe belleza sobre la escena.
Pero hay algo que es imposible no decir, so pena de no dar cuenta de lo central de Elemental: la propuesta de estos músicos en escena es energía, es belleza, es misterio.
¿Cómo explicar de otro modo el devenir objeto musical que llevan adelante dos peceras cargadas con agua e iluminadas de color?

Publicado en: Críticas

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