Ella está inmersa en un espacio que remite a Ogúm, orixá o santo africano dueño de los metales, cuya energía esencial es la violencia. Corre en círculos a partir de un suceso del pasado. La repetición se ve detenida por imágenes que un edificio cercano despiertan en su recuerdo. Sin pensar, se lanza detrás de su intuición que la lleva a internarse en un espacio sórdido aunque familiar. Una experiencia cercana a la de un déjà vu la lleva al encuentro con un hombre; y a través del vínculo con él revive y actualiza las experiencias que la llevaron al círculo de repeticiones en el que perpetuamente corre.