"Ni creemos que importe decir de qué especie de madera está hecho mueble tan pequeño, que ya por su nombre parece destinado al fin de caer (...)", José Saramago en Casi un objeto.
¿Existen objetos o seres destinados al fin de caer? Es necesario aclarar que la interrogación se restringe al universo de la ficción. Eso sí, no se dirá si cae. Entre el destino y lo que sucede, la ficción siempre puede jugarse una ¿mala? pasada, una ruptura en la expectativa absolutamente necesaria para el natural desarrollo del universo creado.
Díptico consta de dos propuestas: Sencilla y Ella merece lo mejor.
En el conjunto se comprende que "ella" y quien ha sido catalogada como "sencilla" remiten al mismo referente. Sólo que ese referente no pertenece al género femenino.
En Sencilla, dos "mujeres"empleadas, una en un hotel y otra en una casa de familia, se encuentran en un banco de una plaza que es testigo de su pequeño momento de descanso.
Cuando inician la conversación nos enteramos de que este momento es repetido de manera cotidiana. Salen a encontrarse con ellas mismas, a obtener el rato de soledad que necesita el que vive en casa ajena. Paradójicamente, en un espacio público.
En el caso de Sencilla, ambas mujeres son representadas por actores varones. Sus conversaciones son femeninas, no ambiguas, del mismo modo que sus preocupaciones, sus gustos y sus intereses. No hay -es evidente- parodia, ni siquiera cuando frente a una pregunta se responde "Sos una mujer. Una linda mujer". Lo que sí se construye es distancia, del mismo modo que se construye a partir de ciertas cuestiones del lenguaje: repetir las mismas frases, introducir la conversación de la misma manera, responder las mismas cosas.
La acción transcurre en una serie de días diferentes, en los que ellas revelan cuestiones de su vida presente y de su pasado. En particular una de las dos, Prieto, revela acontecimientos que se adivinan desdichados (eufemismo, si los hay) en su vida laboral.
La propuesta es particular porque como se decía anteriormente el hecho de observar a dos actores en dos personajes femeninos y convocar el humor sin recurrir a la parodia, la inscribe en un lugar bastante extraordinario.
Ella merece lo mejor, en cambio, es un título que al menos podría concebirse como irónico.
En esta segunda propuesta, encontramos a Prieto con sus patrones, en la casa donde trabaja. Siendo la misma Prieto, el tiempo es necesariamente posterior. Sus empleadores en el transcurso de la puesta le quitarán el permiso para su único momento de distensión, en el espacio público-privado del parque.
Y la irán cercando, primero en relación con lo que le enseñan (consignan que ha ido cambiando su vocabulario), la irán rodeando, hasta quitarle toda posibilidad de ámbito propio. No sólo perderá la calle con su plaza. Perderá también su dormitorio y el camino del jardín para descansar en un colchón en la pieza de estos señores acomodados de dinero y desacomodados de ideas y respeto por el otro.
Aquí la decisión de que el personaje femenino sea llevado adelante por un varón es mucho más fuerte. Porque el acto de domesticación es más violento. Cuando la mujer la/lo acuna, cuando responde levemente, cuando objeta las decisiones de manera casi delicada, la dominación parece multiplicarse.
Las dos obras están separadas por un intervalo y el espacio se reitera con económicas y significativas modificaciones: los espectadores están separados de la escena. Es evidente que no comparten el espacio. "Ellas" están allí, enmarcadas, en la plaza y los espectadores del otro lado, en el caso de Sencilla. En Ella merece lo mejor el ventanal los ubica a todos adentro, dejando al público, necesariamente, afuera.
Tal vez podría decirse que la distancia es un principio constitutivo de la puesta. Por suerte, porque es lo que permite que lo que se cuenta no termine resultando intolerable.
El vacío de algunas vidas de esperanza trunca, que tal vez esperan apagarse como un cigarrillo, en la primera propuesta. La concepción siniestra del poder doméstico en el otro caso, se convierten en dos planteos sumamente interesantes, tanto para ver como para pensar.