Entre el 16 y el 20 de julio último se realizó una nueva edición del Festival de Teatro de Rafaela, provincia de Santa Fe. Hubo más de quince espectáculos locales, de otras provincias e incluso del exterior, charlas, seminarios, muestras y devoluciones con periodistas de todo el país. El festival cautivó alrededor de 10.000 fervientes espectadores, que con una sonrisa agotaban las entradas día tras día de las distintas salas de esta hermosa ciudad.
Un fin de semana de Festival
Los espectáculos locales seleccionados dentro del sistema de coproducciones fueron Los otro papeles, de Carlos Gorostiza, por el Grupo de Teatro Didascalias, Una tragedia argentina, de Daniel Dalmaroni, por el Grupo Caldo de Cultivo, dirigido por Diego Ferrero y El Jaguar Azul, de Jorge Díaz, por el Grupo de Teatro Alas, dirigido por Juan Carlos Ceja. Los espectáculos invitados del resto del país fueron: por Buenos Aires Un cuento de Aquiyo, de Mariela Herlein y Victoria Masllorens, por la Compañía Par-pa-dos; El trompo metálico escrito y dirigido Heidi Steinhardt; La música, de Marguerite Duras, dirigida por Dora Milea; ¡Dolly Guzmán no está muerta! de y por Mónica Cabrera; Ilusión, de Leticia Mazur; La de Vicente López, dirigida por Julio Chávez y Espacios, de Fabiana Capriotti. De Neuquén llegó Uno nunca sabe, bienaventuradas las que cama adentro están, por el Grupo de Teatro del Medio. De Córdoba, Lo mejor, de Pedro Paiva, por Los Modernos de Córdoba y La desconfianza 3 - Matar al otro, de Rodrigo Cuesta, por El Cuenco Teatro. De Mendoza viajó Puente roto, de Pompeyo Audivert y Juan Comotti, dirigida por el último. De Rosario, Insoportable, el término de un largo día, de Romina Mazzardi Arró, por Hijos de Roche; Qué sea la Odisea, de Adela Basch, por The Jumping Frijoles y Esperando la carroza, de Jacobo Langster por el grupo Tragedias Argentinas. Para terminar un espectáculo de nuestra vecino, Uruguay, Gatomaquia, de Lope de Vega, dirigida por Héctor Manuel Vidal.
La que suscribe se remitirá a realizar un recorte de un corpus de espectáculos que participaron a lo largo del fin de semana, de los cinco días, en que se realizó el festival.
¡Qué sea la Odisea!
Tomando el relato del poema épico de Homero, el espectáculo narra el largo viaje que emprende Ulises hasta llegar a Itaca, su tierra. Lejos de tener la solemnidad de algunos clásicos, el grupo Los Jumping Frijoles, de Rosario, dirigido con ocurrencia y precisión por Cristian Marchesi, propone la versión exquisita de la dramaturga Adela Basch, sobre el poema de Homero, para chicos y no tan chicos. El grupo de actores ha trabajado y participado en diferentes espectáculos bajo la técnica del match de improvisación y es en esta obra donde la técnica es puesta al servicio de un texto clásico. Canciones divertidas que derivan de formas musicales como el rap, el pop, el bolero o la murga, se suman a técnicas del circo y clown. Con guiños constantes a personajes o escenas televisivas, proponen, con actualidad, limar resonancias de aburrimiento o solemnidad a los grandes clásicos.¡Qué sea la Odisea! es una obra que con dinamismo y energía desbordante, en manos de unos aceitados y joviales actores, produce en el espectador, tanto pequeño como adulto, una atención constante, sacándole de tanto en tanto grandes carcajadas. Una propuesta que apunta a revisitar un clásico desde un lugar humorístico. Una hora de atención y risa ha deleitado a una platea llena de bajos y bajitos.
Video de fragmento del espectáculo ¡Qué sea la Odisea!
Nos alejamos un poco del centro de la ciudad para acceder al vecinal del barrio Ilolay, donde se presentaba Una nunca sabe, bienaventuradas las que cama adentro están. En un escenario elevado se encuentran dos mujeres: "Una" (Paula Mayorga) y "Otra" (Chana Fernández). Estas dos mujeres nos irán demostrando a lo largo del espectáculo que en realidad son las dos caras de una misma mujer. ¿Su realidad y sus deseos? La realidad de Una es la de tener un empleo como doméstica en una casa, con varios años de trabajo encima. Con un changuito lleno de objetos de limpieza y chucherías, es la que lleva la voz cantante de este espectáculo. Los recuerdos la llevan una y otra vez a diversos sucesos de su dura vida. Agradece constantemente por lo menos tener un techo, por el hecho de estar cama adentro. Agradece no ser una vagabunda que yira por las calles con su carrito a cuestas. La Otra se presenta como su alter ego, sus deseos, su juventud, como una señorita de clase alegre que critica a esta otra señora de ropas raídas. En un juego de espejos, una sana en la otra las heridas del pasado y de su actual vejez. Las actuaciones son sólidas. La puesta, austera, contribuye con mínimos elementos a llevar al espectador a construir las dos caras de esta misma mujer. El frío se cuela, la sordidez y el fluir del diálogo se convierten en opresión. Las palabras de Una van calando más hondo, la sonrisa se convierte en mueca irónica, mueca desdibujada de los que hoy miran a aquellos que nunca son protagonistas en un barrio, que por lo general tampoco es protagonista. Hoy fue su día. El espectáculo se presentó en varias oportunidades en el marco de este Festival, pero con la característica de haber sido exhibido en distintas salas de barrios vecinales, no céntricos, de la ciudad de Rafaela. Fiel a sus principios, este espectáculo oriundo de Neuquén fue dedicado a Carlos Fuentealba y a Silvia Rogetti.
Respiro con un dramaturgo de Rafaela
Entre teatro y teatro tuvimos la oportunidad de conocer a algunos artistas de la localidad de Rafaela. Entre otros, pudimos charlar con el dramaturgo y director, Diego Ferrero quién fuera el creador del Grupo Caldo de Cultivo.
-¿De qué manera podrías definir tu producción dramatúrgica y de dirección?
-Mis obras giran siempre dentro de lo que es la comedia negra y el absurdo, con un tipo de trabajo que no es dramaturgia actoral, ya que existe una dramaturgia previa y es en base al trabajo con los actores donde realizo una pequeña reescritura. Mis temáticas giran en torno al mundo del trabajo, las relaciones familiares y de pareja, vistas con humor negro. Siempre dirijo mis propios textos, pero, en realidad, esto sucedió porque, como es una ciudad chica, no hay tantos directores a quien llevarles tus textos. En mis comienzos escribía poesía y cuentos y recién después comencé a escribir teatro. Como los cuentos tenían mucho trabajo de diálogos, ese trabajo derivo en una escritura dramatúrgica. De hecho, la primera obra que escribí surgió, justamente, de una suerte de combinación de cuentos. Creo que mi producción teatral está íntimamente relacionada con el absurdo, puesto que es uno de los géneros que más me gustan y por otro lado, es el género que me sale naturalmente cuando escribo. Voy para ese lado aunque no quiera, la pluma me lleva hacia ese lugar.
Gira de noche
En el Centro Cultural Municipal se presentó La desconfianza 3- Matar al Otro, dirigido por Rodrigo Cuesta, de la ciudad de Córdoba. El espectáculo, en palabras de su director, es un homenaje al universo de las películas de Alfred Hitchcock . Y sí. La desconfianza... propone una hora de intenso teatro, teniendo al espectador en vilo permanente. El hallazgo del espectáculo es, evidentemente, una historia atrapante en un dispositivo escénico aún más singular. En varios departamentos de un edificio de siete pisos ocurren asesinatos, intitulados "Siete Argentinas, bien latinas, se lastiman en la tina". Día por día, a lo largo de una semana, se produce una muerte en cada uno de los departamentos A del edificio. La acción comienza cuando es el turno del último asesinato del séptimo día del séptimo piso. La historia de este espectáculo es hilvanada a partir de diferentes puntos de vista, repetida una y otra vez desde perspectivas diferentes. Este hecho no está dado por una perspectiva intelectual efectuada por el espectador al hilvanar esta historia, sino que es una perspectiva real de la propuesta que se produce en términos teatrales por un dispositivo escénico. Una gran caja con sus diferentes ventanales y paredes, nos muestra anverso y reverso de los diferentes fragmentos que produce esta historia. Con actuaciones siempre al borde del estallido, se van construyendo las conflictivas relaciones familiares y afectivas de esta historia de suspenso. Hacia el final del espectáculo la historia se diluye un poco, en la repetición de los diferentes puntos de vista, cada vez más acentuados. Sin embargo, es un espectáculo original, donde su director y elenco juegan a fondo con la propuesta concebida.
Llegamos al Centro Cultural La Máscara. En uno de sus espacios se presentó la Muestra Obra Lumínica: Objetos y espacios luminosos, coordinada por la iluminadora de Buenos Aires, Leandra Rodríguez, que también dictó un seminario dentro del marco del festival. Objetos extraños y atrayentes. Obra lumínica puede definirse como un trabajo de escultura, poesía, música y luz. Un visor a través del cual se ven unos nenúfares que cambian de color, mientras escuchamos sonidos que acompañan ese mirar, una escultura lumínica de formas abstractas o un móvil con sensores de luz y movimiento que activan una miniturbina que lo hace girar, son sólo algunas de las obras realizadas por artistas que trabajan con la luz. Esta muestra se ha encargado de atrapar y estimular los sentidos de los espectadores que han transitado por ese espacio. Terminada la visita a la muestra, nos dirigimos a la otra sala del teatro donde se presenta La de Vicente López, de Buenos Aires. La función ha sido excelente. El público local aplaudió entre lágrimas y euforia. Es que la familia disfuncional ha dado que hablar, tanto en las mesas de reflexión, como en los espectadores y esta obra ha retratado con una dramaturgia, en su sencillez exquisita , y con sus emotivas actuaciones las pequeñas - grandes aristas, donde, bajo la lupa de la familia, se cuelan grandes trayectos ideológicos. En los que hablan hasta de más y en los que silencian sigilosos se proyecta la encrucijada de un territorio en permanente pugna. Bien pueden consultar en este mismo sitio la crítica realizada por Karina Mauro a propósito de esta obra.
Se nos vino el domingo
Entre las diversas actividades que se realizaron, se presentó el libro 25 años de Teatro Rafaelino, de María Eugenia Meyer y María Cecilia Tonón.
Junto a Nadia Isasa, del sector Novedades Editoriales, charlamos con una de sus autoras, María Eugenia Meyer, acerca de este libro inédito.
-¿Qué características tiene este libro? ¿Nos comentaba que le resultaba dificultoso pensarlo como una investigación?
-El trabajo más riguroso se presenta en la primera parte del libro, donde hacemos una tabulación y una cuantificación de ciertos aspectos que privilegiamos en setenta y seis entrevistas realizadas a artistas, actores, dramaturgos y directores de la ciudad. Las entrevistas están plasmadas tal cual se hicieron. La idea es contar la historia del teatro de la ciudad a partir de estos testimonios. A partir, también, de todo el material de archivo que se encuentra absolutamente disperso, fragmentado, en manos de los distintos grupos de teatro de Rafaela. Partimos de las fuentes orales. A partir de eso, privilegiamos distintos aspectos: qué obras impactaron en la ciudad, qué obras creen los teatristas que impactaron fuera de la ciudad, la caracterización del espectador rafaelino, cuáles son las personas o grupos o instituciones que marcaron algún quiebre o camino importante. Primero nos circunscribimos a estos aspectos. Hasta aquí este material de investigación fue el soporte del producto de un video documental de estos últimos 25 años de teatro en Rafaela. El gestor de esta idea fue Marcelo Allasino. El video se proyectó y se presentó en el marco del festival del año pasado. Cuando terminamos esta primer parte sentimos que quedaba incompleto, porque en el video, por la edición, se registran sólo los momentos más importantes. Entonces decidimos hacer un itinerario de los grupos más relevantes, los testimonios y el material de archivo de las críticas, programas que hubo que rastrear en las carpetas personales de los teatristas y grupos de teatro.
-¿Por qué este recorte temporal?
-Porque tomamos un período que es el fin de la dictadura y el principio de la democracia, y es ahí donde nos parece que es evidente una bisagra en el teatro rafaelino. A partir de 1983 llega a nuestra ciudad una teatrista muy reconocida que es Cecilia Blanche, quien, junto a José Alberto Fanto, crea el grupo Avutardas. Todos los entrevistados coinciden en que se produce un quiebre en cuanto a la estética y en cuanto al lenguaje teatral. La ruptura tiene que ver con que se venía dando un teatro más de texto, de tipo tradicional, anclado en el realismo y con este grupo comienza una renovación que también coincide con lo que sucedía en Buenos Aires con Teatro Abierto. Muchas de las obras que aquí se estrenan son las que se estaban llevando a cabo en Teatro Abierto. Es un teatro bastante provocador. Fue muy valorado y aceptado por la crítica en su novedad y en su ruptura.
-¿Qué identifica al teatro rafaelino? ¿Se puede hablar de una identidad?
-En realidad creo que, si bien hay grupos que mantienen una fuerte tendencia a un teatro realista, de fácil identificación con el espectador, que aborda problemáticas locales fácilmente identificables, hay también un teatro que es mucho más provocador, de quiebre, de búsqueda, de desafíos y riesgos. Creo que estas dos fuertes vertientes son las que forman parte de nuestra identidad.
Más teatro
Espacios, de Fabiana Capriotti se presentó en el Centro Cultural La Máscara. Dos intérpretes danzan movimientos anclados en un contemporáneo con base en la técnica Graham. Las acompaña un iluminador que, en vivo, proyecta zonas de luces y sombras donde las bailarinas habitan. Un músico trabaja sus sonoridades. Una directora escribe el proyecto de esta obra en una notebook. Sus frases son proyectadas en una pared. El trabajo sobre los bordes de la corporalidad lanza preguntas, más que respuestas cerradas. Una propuesta donde se observa que todavía se puede avanzar varios pasos más, para que esta investigación sobre el cuerpo (su realidad y su virtualidad) cobre consistencia. Hay que destacar un trabajo interesante desde el punto de vista lumínico, en manos de Gonzalo Córdova, buscando acentuar la propuesta en zonas lumínicas vueltas poéticas.
Cerramos el día con una sorpresa uruguaya. Gatomaquia, de Lope de Vega, en versión teatral de Héctor Manuel Vidal, se presentó a sala llena en el Teatro Lasserre. Para los amantes de los gatos, pero principalmente para los que aman el teatro, esta obra gatuna ha deleitado a la platea, obnubilando con los parlamentos en verso y excelentes actuaciones. Si ya nos habíamos sorprendido con los maravillosos versos de El niño argentino, de Mauricio Kartun, ahora, simplemente, nos hemos vuelto adictos a este tipo de teatro. Esta adicción es culpa de un director que supo articular un gran texto, volviéndolo representable en manos de cuatro jóvenes actores que sólo pueden brillar. El espectáculo presenta una parodia épica sobre el amor, los celos y la venganza. Trabaja con diversos géneros musicales, desde la ópera hasta el rap. Aunque suene extraño mezclar palabras como "mirlado" o "tronera" con una secuencia de rap, vuelve más atrapante y actual a Lope. Es justamente en esta destreza donde el director se las ingenia cuál gatuno para entrar y salir sin caer, quedando siempre bien parado, volviendo cada escena exquisita. ¿Será porqué los gatos no saben que tienen siete vidas que arriesgan tanto su ser en aquello en que se les va la vida? El elenco de Gatomaquia y su director, Héctor Manuel Vidal, seguro que no lo saben.
Balance de Festival
Marcelo Allasino, reconocido director del Centro Cultural La Máscara, fue el anfitrión de esta fiesta. En sus manos estuvo la tarea de programar y producir este evento. A propósito, su visión del resultado de este encuentro: "El balance es altamente positivo: artistas contentos con nuestro recibimiento, buenas condiciones de trabajo para ellos en las salas, la organización aceitada, el público feliz. Son muchos los aspectos que conforman un resultado satisfactorio y que nos incentivan a seguir apostando en este evento que se ha configurado como uno de los espacios más destacados en el interior del país. Todos contentos y cada vez más comprometidos."
-¿Cómo fue el mecanismo de selección de los espectáculos participantes?
-Se realizó un proyecto de coproducciones del festival. El festival hizo una convocatoria que se extendió varios meses. Una vez que recibió las propuestas que se inscribieron (con una carpeta detallando aspectos del proyecto), planeó, entonces, la llegada de un jurado, que para esta primera oportunidad estuvo conformado por Federico Irazábal, Roberto Schneider (invitados por la Municipalidad de Rafaela), Gerardo Agudo (por el Gobierno de la Provincia de Santa Fe) y Clide Tello (por el INT). El jurado evaluó en marzo la presentación de un fragmento de 20 minutos de duración (como mínimo), del trabajo en proceso. Allí se seleccionaron los tres trabajos que recibieron un aporte de $ 5.000 para contribuir a la producción del espectáculo, que debía ser estrenado en el marco del festival. Luego le pedimos a las producciones que realizaran, como mínimo, 2 funciones más fuera del festival. El jurado las eligió como los tres mejores proyectos de los cinco presentados. Es importante señalar que por ser la primera vez que se encaró el proyecto, no todos los grupos locales pudieron presentar sus trabajos. Con Punto T, por ejemplo, ya habíamos decidido estrenar antes del festival, razón por la cual no nos presentamos a la convocatoria. Otros elencos, como el del Centro Ciudad de Rafaela, todavía no tenían ningún proyecto en carpeta. Apuesto a que en el futuro se presentarán más trabajos. Además se seleccionaron espectáculos del interior y del exterior.
-¿Que balance puede hacer de la mesa de devoluciones?
-Venimos desarrollando las mesas de devoluciones con los críticos de CRITEA de Santa Fe y Buenos Aires, desde el primer festival, y resultan altamente enriquecedoras. Poder cruzar a los artistas con los críticos y el público en general para intercambiar ideas, puntos de vista, hace que el círculo se cierre mejor: no sólo ver y disfrutar un espectáculo, sino también poder reflexionar en conjunto, hace que las propuestas trasciendan de otro modo y las ideas calen más hondo.
-¿Qué perspectivas para el próximo festival?
-¡Tantas cosas...! Me exijo y traslado esa exigencia hacia todos los que trabajos en el proyecto. Me interesa seguir abriendo espacios para el festival, así como lo hemos hecho llevando espectáculos a los barrios y las plazas, para que el teatro llegue a más gente que no es habitué. El año pasado también hicimos funciones en una biblioteca. Me gustaría ampliar la invitación a más compañías extranjeras (este año fue nuestra primera experiencia incorporando en la programación un espectáculo uruguayo). Llegar a más gente, pensar en más actividades paralelas que se sumen a la presentación de los espectáculos. Se puede imaginar tantas cosas. El teatro nos permite eso: soñar sin límites. Y quisiera poder seguir haciéndolo.