En un concierto que parece un sainete, a través de canciones que parecen novelas, tres músicos y un conductor de radio dialogan con una Argentina del siglo XXI que no se parece a nada.
"Aterrados y orgullosos" le devuelve a la canción su dimensión literaria y ficcional, sus rasgos teatrales, trágicos y cómicos, y su hermandad primitiva con la narrativa realista.
"Desde el Romancero en el siglo XV a la canción contemporánea, la lírica no ha dejado de explorar en las posibilidades de contar historias, de las maneras más disímiles, aunque siempre tratando de no desdibujar el uso de la palabra que las tradiciones reconocen como poético. Éstas canciones toman el camino inverso: dejan que el texto narre sin marcarle un límite. En sus versos, las palabras se mueven inquietas como si estuvieran decididas a no perder el registro de su historia. No quieren perder lo que son al convertirse en canciones, por eso evocan personajes que insisten en sus recurrencias cotidianas.
El Pope, Luli, Maru, Diana, Lidia, Javier y tantos otros nombres cumplen la función imprescindible de no tener ninguna función ajena a la de ser testigos. Son garantes de que hay un mundo del que sólo conocemos una parte a través de las canciones que escuchamos. Sería imposible e ilusorio pretender conocerlo por completo, la verdad más potente está en que podamos intuirlo."
Miguel Vitagliano