Todo suena, y grita.
Todo corre y mira de reojo.
Alrededor todo se va torciendo y no existen miradas enteras.
Menos manos y más espaldas.
Un subte atestado de ojos bovinos que trazan miles de líneas rectas que se cruzan y nunca se encuentran.
El aire duele y las calles nos escupen verdades.
Caminemos lento entonces, y respiremos hondo.
Con la piel y los ojos hambrientos.
Somos payasos y estamos interviniendo la vorágine de las calles, riéndonos y llorando, intentando una inocencia consciente. Sumándonos y llamando a otro tiempo, invitando a bajar el ritmo. A ver que pasa si pensamos rumiamos un poco menos y sentimos un poco más.
Caminamos lento. Miramos lento. Sentimos lento. Bajamos la taquicardia de la ciudad.
Somos Paiasos Lentos. Nos vemos por ahí.
Intervenciones callejeras. No se cobra entrada ni se pasa gorra